El segundo elemento: SENTIR UN DESEO INSISTENTE, DESEAR CON GRAN VEHEMENCIA.
El grado de altura al cual logremos llegar en la consecución de nuestro ideal lo decide después de la ayuda de Dios, la intensidad con que deseemos obtenerlo. El deseo es la fuerza que nos permite caminar en busca de los objetivos. Recordemos lo que es el anhelo. Anhelo es querer, desear algo pero con mucha intensidad. Y eso es lo que nos hace falta para triunfar.
Claro está que a veces, sobre todo en ratos de cansancio o tristeza, dejamos de querer o desear intensamente. Pero hay que volver luego a prenderle fuego a la llama del buen deseo. Ya que nos propusimos un ideal preciso y claro, dediquémonos ahora a quererlo, a desearlo con verdadera pasión.
El deseo vehemente y enérgico hace mucho más fácil la consecución del ideal. Detrás de cada triunfo de las personas bien realizadas hay probablemente una poderosa fuerza de deseo que las llevó a triunfar. Son pocos los grandes triunfos que se obtienen sin haberlos deseado fuertemente.
TODO LO QUE DESEES SE TE CUMPLIRÁ, PARA ELLO TRABAJA, ESFUÉRZATE, LUCHA Y AYUDA.
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