CÓMO ENCONTRAR EL IDEAL Y MISIÓN DE VIDA?
El paso a
seguir es encontrar ese ideal de vida, si aún no lo ves claro:
Realiza una carta totalmente de
felicitación, desde la primera letra hasta la última, sin ningún
pero, solo de felicitación, dirigiéndola de esta manera: “Yo te felicito por…” y
enuncie de corazón todos los motivos que felicitan a esa persona por lo que
ella o él es, no por lo que logró ni por lo que tiene, por ejemplo: No
escribas te felicito por que tienes tres hijos divinos, eso no, debes escribir:
“te felicito porque a partir de ese hijo aprendiste esto” o “con aquel hijo te
diste cuenta de aquello y creciste en esto”, no escribas te felicito por lo que
tienes o posees como una casa, al contrario escribe te felicito por lo que
significó para ti llegar a tener esa casa o estar en esa situación, te felicito
por lo que sacrificaste, por tu esfuerzo, por lo que aprendiste, etc.
Te felicito
por la enfermedad que tuviste, no por la enfermedad, sí por lo que aprendiste a través de eso, por lo que
ganaste, por lo que te diste cuenta, por lo que sacaste de esa situación. Y
haz una carta larga de felicitación, esa carta será más larga entre más edad
tengas, porque esa carta va dirigida para ti mismo, para ti misma; y no la hagas
en primera persona, no escribas me felicito, escribe te felicito por..., pero te
vas a felicitar a ti mismo. Y al final, al pie de página deben escribir esto: “quiero dar
gracias a todas las personas que están en esta vida o ya se fueron y que me
ayudaron a ser lo que esta carta dice, y que sea el testimonio de
agradecimiento a todas las personas que hicieron posible que yo sea esto; que
esta carta sea un agradecimiento privado y un reconocimiento de que todo lo que
soy no es solo por mí, es por tantas personas que influyeron en mi vida, por eso que
esta carta sea un testimonio de lo que yo soy como persona buena y que sea un
agradecimiento explícito a tantas
personas que hicieron bien de mi vida”.
Y felicitarme a mí mismo no es ego, es el reconocimiento claro
de que lo que soy no es por mí, sino por tantas personas que influyeron en mi
vida.
Y si la carta
es larga mejor, porque es el pasaporte para el cielo, si llegamos allá después de
esta vida, saquemos esa carta porque nadie va a preguntar que tuvimos o que
hicimos o que logramos, lo único que va a importar es lo que fuimos, lo que
somos es lo importante.
Hagan esta
carta con alguien que quieran mucho como esposa o esposo, o con un hijo o mejor
amigo o amiga; que ese alguien también se felicite a sí mismo; luego vayan a
cenar juntos y cada uno lee su propia
carta a la otra persona en voz alta y al final humildemente cada uno va a agregar algo
positivo que le pueda faltar, como si fuera una postdata.
Bueno, pero ustedes
dirán qué tiene que ver esa carta con el ideal de vida? El primer problema es
que no nos queremos a nosotros, probablemente no escribas esa carta porque no
sabes cómo empezarla, porque para tirarnos tierra somos expertos, pero para decir
lo que somos nos cuesta, esa carta es un reconocimiento a lo que valgo, si yo no
me valoro como puedo tener un ideal de vida, como puedo tener un valor en la
vida si yo pienso que no valgo, que no se, que no puedo; entonces la carta es
de por sí la forma explicita de conocerme a mi mismo.
Las cosas que
nosotros somos como personas es una perla y cada valor cada cosa que escriba en
esa carta es una perla en la vida de cada uno, esas perlas forman un collar y
hay un hilo invisible dentro de todo el relato de la carta, que junta las perlas del
collar que es el ideal de vida, el valor fundamental que te ha movido para
formar todo eso. Detrás de eso está el ideal de vida.
No hagan la
carta pensando en el ideal, háganla como se explicó anteriormente y verán algo
maravilloso; cuando hagan la carta y la lean en voz alta a la otra persona y viceversa, uno puede discernir claramente cuál valor predominó y verás el
ideal de vida.
Esa carta guárdenla
y cuando pase algo trágico o alguna situación difícil de la vida, saquen y lean
esa carta, les aseguro que es una medicina para el alma, el recordarte lo que
eres. Y cuando todo se ponga oscuro en tu entorno familiar, personal,
matrimonial, recuerda esa carta, sácala y léela y seguro algo vas a recuperar a
dentro, la sensación de que todo vale la pena. Verán que
impacto causa en uno y que lindo poder aportarle a otro lo que no ven en sí
mismo.
Agradece por
lo que eres, por lo que has llegado a ser. Es una sensación
de reubicación de que la vida vale la pena, de que vale la pena lo que somos.
Por: Roberto Perez
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