DEJA ESE MAL HUMOR
En un hotel Hilton estaba reunida una convención nacional de comerciantes. Entre ellos había uno que estaba muy nervioso. Era de mal humor, era gruñón, discutidor e irritable. Frecuentemente tomaba pastillas para los nervios. A uno de sus vecinos de mesa le comunicó: "Siento que me voy a quebrar en pedazos. Tengo los nervios destrozados. Quisiera no aparentar mi mal genio pero no soy capaz de ocultarlo".
Su compañero hombre calmado y muy buen amigo, le dijo cariñosamente: "Yo cargo en mi maletín el mejor remedio descubierto hasta ahora, para calmar los nervios" y mientras el otro observaba interesado, fue sacando una Biblia hermosamente encuadernada. Mire - le dijo- yo no he encontrado otro calmante mejor que leer los mensajes que Dios nos ha dejado para ser felices. ¿Quiere que hagamos el ensayo? y empezó a leerle el Salmo 24-25 que es uno de los más preciosos de todo el libro de Dios y dice así: "Señor, a Ti dirijo mi oración-Mi Dios en Ti confío a todas horas-Señor acuérdate del amor y la ternura que siempre me has manifestado. No te acuerdes de mis pecados, ni del mal que hice en mi juventud Señor es grande mi maldad, perdóname: haz honor a tu nombre- Mírame Señor y ten compasión de mí, pues estoy solo y afligido-librarme de mis tristezas y de mis angustias - mira mis afanes y trabajos, y perdona todos mis pecados. Amen".
¡Hermoso, hermoso!, exclamó el enfermo de nervios. Y prosiguió, ¿Usted lee frecuentemente estos Salmos?
Si, si, respondió su amigo. Yo también también por una época en que mis nervios estaban destrozados. Afortunadamente mi profesor de psicología había insistido mucho en que el mejor remedio para mantenerse en paz era leer la Palabra de Dios en la Biblia y me había dado instrucciones para poder leer éste libro con facilidad.
Una noche experimenté por primera vez el poder pacificador de la palabra bíblica. Llegue a un hotel en un estado de nerviosismo casi desesperante. Subí a mi cuarto. Traté de escribir algunas cartas pero no pude concentrarme nada; quise leer el periódico y me fastidié, intente bajar al bar a tomarme unos tragos y ya iba a salir del cuarto cuando recordé el consejo de un antiguo profesor: "Lea la Biblia y hallará la paz", abrí una Biblia que había en la mesa de noche, busque unos Salmos cuya gran hermosura conocía: el Salmo 24-25 y lo leí. Me llegó al alma. Volví a repetir algunas de sus frases. Estaba sentado en un cómodo sillón. Me quedé profundamente dormido, pero cuando desperté estaba tan fresco y restablecido como si hubiera dormido toda una noche.
Aún recuerdo la extraordinaria sensación de completo alivio. Me dije entonces ¿No es esto algo maravilloso? ¿Cómo es que teniendo un remedio tan a la mano,no lo he aprovechado para curarme? Y en adelante la lectura de mi Biblia es el remedio poderoso que calma todas mis ansiedades. ¿No quisieras tú hacer la prueba a ver si también te sirve? Todo arte al principio es difícil en sus principios, pero ahora es fácil convivir con aquel hombre.
¿Qué descubrieron estos dos señores? Que obtener la paz mental no es difícil. Sólo hay que alimentar la mente con pensamientos que le produzcan tranquilidad; y las buenas lecturas son la mejor fábrica de pensamientos tranquilizantes.
OTRO REMEDIO PRACTICO: Que las conversaciones estén llenas de serenidad y de sosiego. Conversación intranquila y preocupada produce estado de intranquilidad en el espíritu. Conversación tranquila produce tranquilidad en el alma. Cuando la conversación se vaya tomando un giro molesto intente inyectarle ideas tranquilizadoras y verá como se contrarresta la tensión nerviosa. Es importante eliminar de la conversación todas las ideas negativas.
"DIME DE QUE HABLAS Y TE DIRÉ QUIEN ERES"
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